Para muchos de nosotros incluyéndome a mi, la rutina diaria del trabajo a veces se convierte en un recordatorio de que somos pobres y tenemos que trabajar para poder vivir. El sueño se convierte en nuestro mejor aliado sobretodo cuando estamos teniendo una semana bien agitada en el trabajo. Cuando estamos cansados no tenemos ganas de salir ni de organizar la casa y si nos tomamos un vaso de agua o de jugo y los dejamos en la mesa del comedor por unos días sin darnos cuenta que esta ahí. En la noche cuando tratamos de ver un poco de televisión el sueño nos impide que disfrutemos de nuestro programas favoritos. Al darnos cuenta que el sueño puede mas que nosotros, decidimos ir para la cama a dormir. Dormimos un sueño profundo interrumpido hasta que la maldita alarma del reloj lo interrumpe todo y nos hace recordar que hoy ya es un día nuevo pero que la rutina del trabajo continua. Lo primero que nos viene a la mente cuando escuchamos el reloj, es apagar la alarma del reloj y decirnos a nosotros mismos: “voy a dormir un ratico mas”. Cuando despertamos nos damos cuenta que ese poquito mas nos quito una hora de nuestro tiempo y que tenemos que apresurarnos para no llegar tarde a nuestros sitios de trabajo.
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